Somos seres formados por un cuerpo, una mente y un alma; entendámonos como la conjunción perfecta de las tres partes.
A menudo nos dejamos guiar tanto por nuestros pensamientos, la mente, que no escuchamos lo que dice el corazón, el alma. Estamos tan acostumbrados a funcionar en automático y a racionalizar todas nuestras decisiones que obviamos lo que el resto de nuestro Ser nos dice.
Una vez que aprendemos a funcionar integralmente, logramos mejores planteamientos y encontramos soluciones más eficientes: Si sólo usamos nuestra mente, las decisiones que tomemos serán filtradas por nuestras creencias o experiencias. El filtro de las creencias no es malo, pero muchas veces las tenemos muy arraigadas y no las actualizamos, seguimos viviendo de pensamientos traídos desde la infancia y muchos de ellos son anacrónicos.
Reconocer que funcionamos automáticamente nos recuerda hacer una pausa y escuchar lo que nos dice el corazón, lo que nos permitirá sin duda, funcionar mucho mejor. El alma sabe mucho más que la mente.
Usemos la intuición. Cuántas veces nos damos cuenta de que pudimos prever algo o debimos escucharnos a nosotros mismos, cuántas veces golpeamos la mesa y decimos: lo sabía!
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Cómo sabemos que la decisión que tomamos es la acertada? No lo sabemos.
Pero la vida se trata, precisamente, de tomar decisiones y aprender de los errores y aciertos, tratando en lo posible de no arrepentirnos.
Pensamos que la razón es más certera que la intuición, construimos la realidad con cada acto, con cada vivencia. Sin embargo, una misma realidad es posible vivirla diversamente, dependiendo de cada persona. Sin duda, mucho depende del tono que le damos a cada cosa.
“..., las palabras forjan la realidad, pero no la son”
Alejandro Jodorowsky.
Por Claudia Sabater Trenard
Prosfera Team.